LOS PROBLEMAS DE AFINACIÓN EN EL CANTO
- Juan Carlos Morales
- 30 sept 2015
- 5 Min. de lectura
Afinar, en el canto, significa precisar, poner en tono justo la voz con arreglo a los tonos de las notas musicales que se cantan. Es un proceso en el que intervienen el oído, el cerebro, el sistema fonador en su conjunto – particularmente las cuerdas vocales – y de manera incidental, la vista. A través del oído se capturan los sonidos, se procesan y se convierten en señales eléctricas que son transmitidas al cerebro, el cual las conserva en forma de códigos en determinados sectores de la memoria, de donde los extrae para usarlos en diversas funciones cognoscitivas. Una de estas funciones es, desde luego, el lenguaje. Los sonidos se almacenan en la memoria verbal del cerebro, asociados con palabras – significados de la memoria semántica -, imágenes contenidas en la memoria visual o episódica o ambas cosas. Los tonos musicales son códigos tan precisos como los nombres de las personas o las imágenes de éstas. Cuando nos habla alguien a quien conocemos bien, rápidamente asociamos la voz con un nombre o una imagen: “esa es Martha… ese es Pedro… esa es la voz de mi padre”. Las notas musicales tienen, por así decirlo, su propia voz e imagen. El músico experimentado o el cantante bien entrenado son capaces de identificar fácilmente en un pentagrama una nota musical, y de emitir con cierta o mucha precisión el sonido que representa. Los sonidos de las notas musicales se graban en la memoria prácticamente del mismo modo que se graban todas las palabras. Los niños aprenden a hablar más rápido, cuando los padres son pacientes y pronuncian las palabras lentamente y con una marcada intensidad, de modo que cada fonema tenga una distinción sonora. Esto ayuda considerablemente al entrenamiento de la lengua, que es el órgano responsable de la articulación de las palabras; es importante señalar que también los tonos se articulan en el aparato fonator, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

Muy pocas personas desafinan al grado de verse imposibilitadas para el canto: aquellas que tienen algún problema grave en el oído o una afección neurológica provocada por accidentes o enfermedades, o las que padecen una extraña discapacidad conocida como amusia – aunque ésta, sorprendentemente, a veces no logra truncar o limitar las aspiraciones musicales de quien la padece, como es el caso de Maurice Ravel.
La mayoría de las veces, el cantante desafina por causas psicológicas o debido a un mal entrenamiento o un sistema defectuoso de aprender las arias o canciones, o incluso debido al cansancio o exceso de trabajo. Una perturbación nerviosa fuerte, como un disgusto, el “miedo escénico”, la inseguridad de tener bien firme lo aprendido, o incluso la depresión pueden desviar la atención del cantante y hacer que pierda la concentración que requiere su cerebro para atraer el recuerdo de una melodía y relacionarlo con las funciones ejecutorias del aparato fonator y la lengua. En este caso lo que se recomienda es simplemente recuperar la concentración en lo que se está cantando; los actores – los cantantes en cierto modo también lo son – suelen ubicar la mente en una esfera imaginaria que les da la intimidad y seguridad necesaria para lograr una expresión libre y exenta de distracciones.

El cantante debe entrenarse correctamente ayudado por un maestro que le enseñe los ejercicios de vocalización adecuados a su tesitura, la calidad y características de su voz, y a ejecutarlos con precisión en la afinación. Así como un atleta debe practicar una serie de ejercicios físicos para desarrollar con arreglo a una técnica ciertas habilidades que son indispensables para mejorar sus marcas, el cantante debe practicar ejercicios especiales para desarrollar la buena afinación que es imprescindible, no sólo en la ópera, sino en el folklore, rock, pop y otros géneros. Sin una afinación bien cuidada y desarrollada, no se puede cantar ni siquiera una simple canción. Muchos cantantes de música popular suelen aprenderse las obras “de oídas”, porque la mayoría no sabe leer música. Aún los que sí solfean, eventualmente se apoyan en las grabaciones para ahorrar tiempo en el montaje de las obras o para ensayar, a falta de un repasador. El gran defecto de esta práctica, es que con frecuencia se aprenden también los errores, matices y extravagancias del otro, incluyendo sus desafinaciones o desentonaciones. Esto también llega a ocurrir en la ópera y otros estilos académicos.

Pero si usted no tiene más remedio que aprender una canción “de oídas”, le recomiendo que considere los siguientes consejos para cuidar su afinación:
1. Trate de apoyarse en una grabación que esté en el tono apropiado a su tesitura. Deseche aquellas que le exijan subir a notas muy altas, porque el esfuerzo de alcanzarlas dificultará también su afinación; o bajar a notas muy graves, porque cuando la frecuencia del sonido es demasiado baja, el oído también deja de percibir las señales con precisión. 2. Si usted toca algún instrumento, como el piano o la guitarra, trate de reproducir la melodía que pretende aprender por segmentos – si es capaz de verificar que las notas estén en el acorde correspondiente, mejor – y repita con la voz lo que hace con los dedos. Para montar una canción, es recomendable que usted estudie por separado la música y la letra. Comience por la parte que usted prefiera. 3. Si no sabe tocar ningún instrumento, lo recomendable es solicitar a su maestro pistas en su tono a modo de ejercitacion, estas tienen en el fondo una tenue línea melódica que le servirá para memorizar las notas. De cualquier forma, no intente aprender la melodía de un solo golpe; mejor ponga atención a cada una de las frases o segmentos para reforzar la afinación. 4. Separe la canción por sus frases y atienda a cada una muy lentamente, tono por tono, repitiendo cada frase varias veces hasta asegurarse de que los tonos que usted emite con la voz igualan a los que escucha en la grabación. Si aún no ha memorizado la letra, vocalice la melodía con una vocal abierta, como la “a”. 5. Si ya tiene en la memoria la letra, trate de reproducir la melodía sin ninguna intención emotiva, pronuncie cada sílaba lentamente en el tono que le corresponda, evitando hacer sinalefas e inflexiones que afecten la dicción clara y precisa de las palabras. Repita las frases muy lentamente hasta estar seguro de que cada sílaba está en el lugar y tono que le corresponden en arreglo a la melodía. 6. El proceso anterior, aplicado a una canción común, con la práctica puede llegar tomarle sólo un poco más de veinte minutos, pero el resultado será muy bueno en términos de afinación. Cuando usted pueda repetir una melodía sílaba por sílaba y frase por frase con seguridad en las notas, usted está listo para el siguiente paso que es la interpretación. 7. La interpretación es un proceso psicológico; es la forma individualizada, distintiva, exclusiva de usted para transmitir las emociones de una canción, aria o cualquier otro tipo de pieza vocal. Hay algunas técnicas que ayudan a expresar mejor las emociones en el canto, pero ese es un tema que trateremos más adelante. Por lo pronto, recuerde los siguiente: * Si usted no padece alguna afección severa en el oído, la laringe o el cerebro (lo cual es lo más probable), no debe temer a la desafinación porque esta puede corregirse o evitarse. * Cuando vaya a cantar procure estar tranquilo; olvídese de sus preocupaciones, y concentre sus pensamientos en la música, la letra y las intenciones emotivas que tiene pensado ejecutar. Si el público lo pone nervioso o en el ambiente hay ruidos y otras distracciones, recuerde que siempre podrá aislar su mente, meterse en una esfera, sentir que solamente usted existe en ese momento, y cante como si lo hiciera para usted mismo. * Aprenda sus canciones lentamente, nota por nota y frase por frase. Si puede hacerlo con la ayuda de un repasador, mejor. * Acuda con un buen maestro que le ayude a revisar sus canciones; si tiene dudas con respecto a su afinación, señáleselo para que él o ella ponga especial atención en ese tema y le asigne los ejercicios adecuados a su voz y su caso. Hasta la proxima!!

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